Una reunión de negocios puede tomar diferentes formas y una de las más habituales es la gastronómica. Las comidas de negocio se van extendiendo como un medio para rentabilizar mejor nuestro tiempo. Sin embargo, un traspié en la mesa puede dar al traste con horas previas de negociación. Aquí os explicamos cómo evitarlos.
En principio puede parecer la parte más fácil de un encuentro empresarial más largo. Sin embargo, las comidas de negocios son uno de los momentos más complicados precisamente porque se encuentran relativamente alejados de la oficina y de una reunión de negocios al uso. Además, existen muchas más posibilidades de meter la pata y hacer algo inapropiado.
Hay una serie de modales básicos en la mesa que deben observarse, pero el nivel protocolario dependerá en buena medida del interlocutor. Pero las formas a la mesa no es lo único que se debe cuidar. De hecho, el éxito de una buena comida de negocios empieza incluso antes siquiera de plantear el encuentro.
Desde Wall Street Journal Nina Zagat, cofundadora de eponymous guides y experta en restauración, aconseja que antes de elegir un restaurante debemos tratar de averiguar, si es posible, algo acerca de los gustos de nuestro invitado y si tiene alguna preferencia respecto a la localización del mismo. Además, antes de reservar conviene asegurarse de que el ambiente será el adecuado y sobre todo que permitirá mantener una conversación a un tono no adecuado, es decir, sin tener que elevar la voz.
Una vez en la mesa, tampoco conviene ir directamente a la cuestión. La elección de los platos, en caso de que no nos hayamos decantado por un menú cerrado, algo que puede facilitar el devenir de la comida, se puede utilizar como punto de inflexión entre la charla insustancial de inicio y la que seguirá después, más centrada en los negocios. En cualquier caso, nunca hay que esperar hasta el final de la comida para abordar el tema, ya que conviene que el encuentro termine de forma distendida y relajada.
A la hora de pedir, hay que intentar no atraer demasiado la atención sobre nosotros mismos. De esta forma no conviene airear si seguimos una dieta o somos alérgicos a uno u otro alimento. En este punto, también suele ser una buena idea evitar los platos difíciles de comer como por ejemplo pescados con muchas espinas, langosta y otros mariscos e incluso espagueti, siempre que no tengamos pensado cortarlos.
En caso de que realmente estemos a dieta o no tengamos demasiado apetito, no es descortés ni de mala a educación optar por pedir medias raciones u ofrecerse a compartir los entrantes o el postre con el resto de comensales. De hecho, ésta puede ser una buena fórmula de romper el hielo.
Uno de los aspectos más delicados en una comida de negocios es la velocidad a la que comer. Por mucho que nos esforcemos es muy posible que comamos a mayor o menor velocidad que el resto de comensales. A esto hay que añadir que siempre hay alguien que debe llevar ‘la voz cantante’ durante la comida. En caso de terminar antes que el resto, es importante no dejar que el camarero retire el plato para que nuestro invitado no se quede comiendo solo.
Pese a que se trata de una reunión de negocios no conviene dejar el móvil o la PDA encima de la mesa. En primer lugar, porque resulta de mala educación hablar por teléfono o estar pendiente del mismo en la mesa y en segundo, porque deberemos dedicar toda nuestra atención al cliente, aunque sólo sea por respeto.
¿Y el alcohol? Es una de las formas más habituales de enredar una comida de negocios, especialmente en las famosas cenas de empresa de navidad. Si pensamos comer con vino conviene dejar elegir al invitado pero sin llegar a presionarlo por la elección y, sobre todo, nunca beber hasta el punto de empezar a sentirnos embriagados.
Estos son sólo algunos consejos, porque lo cierto es que existen miles de pequeños trucos para que una comida de negocio sea un éxito, aunque muchos de ellos son en realidad pautas de conducta a imitar o rechazar. Desde ImagenExcellence.com nos llega un test con 12 preguntas y sus respectivas respuestas sobre cómo comportarse en este tipo de situaciones. Algunas pueden resultar obvias pero otras no tanto y en cualquier caso nunca está de más poner a prueba nuestros conocimientos, todo sea que estemos equivocados y hagamos el ridículo cuando llegue el momento de la verdad.
José Trecet - Redacción Aprendemas
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